La devastación causada por el huracán Otis en Guerrero ha dejado a casi 300,000 niños en una situación precaria y de alto riesgo, advirtiendo sobre la posibilidad de que se vean obligados a incorporarse al trabajo infantil y enfrentar el peligro de la explotación sexual. Además, estos niños se encuentran en un estado de desprotección familiar y comunitaria, lo que agudiza su vulnerabilidad.
En particular, las niñas y mujeres adolescentes se enfrentan a amenazas aún más graves, ya que son presa fácil de la violencia sexual, así como de matrimonios y embarazos tempranos. Estas condiciones ponen de manifiesto la urgente necesidad de apoyo a la infancia afectada por esta catástrofe natural.
Juan Martín Pérez García, coordinador de la iniciativa “Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe”, ha destacado la falta de apoyos destinados a estos niños y sus familias en medio de la crisis. La ausencia de recursos y medidas adecuadas para abordar esta situación deja a los menores en una situación de desamparo.
El experto en temas de infancia enfatiza la importancia de las escuelas en situaciones de emergencia y desastres. A pesar de que las instalaciones educativas puedan estar dañadas, la comunidad educativa y la presencia de pares de la misma edad que atraviesan circunstancias similares pueden ser fundamentales para la recuperación y el apoyo psicológico de los niños afectados.
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