MOSUL, IRAK. –265 días de batalla después, Irak ha anunciado este domingo la liberación definitiva de Mosul, la segunda ciudad del país en manos del autodenominado Estado Islámico desde junio de 2014. Una victoria jalonada por duras y agónicas refriegas que arrebata a los yihadistas su capital en suelo iraquí e inaugura un tiempo incierto marcado por cientos de miles de desplazados y el riesgo de la insurgencia.
El primer ministro iraquí Haidar al Abadi, en calidad de comandante en jefe de las fuerzas armadas, ha sido el encargado de anunciar la conquista después de que los combates se concentraran en el distrito de Al Midan, el último reducto de las huestes del califato en el casco antiguo emplazado en la orilla occidental del río Tigris.
Al Abadi ha aterrizado este domingo en Mosul para “felicitar a los heroicos combatientes y el pueblo iraquí por la gran victoria”, ha señalado en un breve anuncio en su página de Facebook.
Desde el sábado las fuerzas de seguridad iraquíes habían advertido de la “inminente” derrota de la organización que proclamó en junio de 2014 su califato a caballo de Siria e Irak. Sin embargo, una oleada de suicidas y el desesperado uso de mujeres como kamikazes habían complicado unas duras escaramuzas en el laberinto de callejuelas que forma la geografía de una urbe que quiebra este domingo tres años bajo yugo yihadista. La ofensiva final, liderada por fuerzas especiales entrenadas por Estados Unidos, ha arrinconado a los últimos cientos de militantes y a unos 20.000 civiles en una zona contigua al Tigris.
En las últimas horas el territorio en manos del IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) se había reducido a una superficie de unos 250 metros. A primera hora de este domingo, la policía federal y las divisiones del ejército que participan en la campaña han alcanzado la ribera del río redoblando un numantino asedio. El sábado un comunicado difundido por Al Amaq, la agencia de noticias afín al IS, había prometido un final sin rendición. Los militantes del grupo, precisó la nota, lucharían hasta el “martirio”. Junto a los suicidas, agazapados entre los habitantes evacuados, la población civil, empleada como “escudos humanos”, y los francotiradores han sido sus últimos recursos.
A lo largo de este domingo los combates han continuado en los distritos de Al Midan y Qalayat como un anticipo de la ardua tarea que, tras cerca de nueve meses de campaña militar, se abre ahora para las fuerzas de seguridad. Las columnas de humo aún se elevan sobre la villa y el ruido de los choques y los bombardeos de la coalición internacional que lidera EEUU todavía golpean el perímetro de la que fuera la capital del IS en suelo iraquí, escenario del terror de ejecuciones públicas, lapidaciones y decapitaciones que firmó el grupo que dirige Abu Bakr al Bagdadi.
En un intento de sortear el destino, desde el sábado decenas de militantes del IS se han arrojado al Tigris para escapar del margen occidental. Según fuentes castrenses, unos 35 extremistas fueron liquidados la víspera mientras nadaban en dirección hacia el este de la urbe. Oficiales del ejército han reconocido a EL MUNDO que decenas de células durmientes siguen ocultas en el callejero de Mosul. Para evitar que los escapados alimenten la insurgencia, decenas de francotiradores del ejército iraquí se han desplegado a lo largo del curso del río. Otros seis yihadistas fueron detenidos cuando emprendían la huida del casco antiguo.
En las últimas horas las fuerzas armadas iraquíes han comenzado a colocar por todos los rincones del enclave carteles dirigidos a los habitantes que han enfilado el camino de regreso. “Retomen su vida. El Daesh [acrónimo en árabe del Estado Islámico] se ha marchado para siempre”, rezan los rótulos. La normalidad, sin embargo, tardará en llegar a sus arterias. La contienda ha dañado gravemente las infraestructuras. Los últimos civiles sitiados en el casco antiguo han resistido sin agua potable ni electricidad, cuyos suministros interrumpió la guerra. Barrios enteros se han derrumbado bajo el plomo. En una primera e incompleta estimación, Naciones Unidas calculó que rehabilitar la infraestructura básica requerirá más de 1.000 millones de dólares. (Fuente: El Mundo.es).
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