Ocurrió antes de ser el Neo de ‘Matrix’, de su fugaz vida familiar junto a Jennifer Syme y de que su posición estelar en Hollywood sufriese una breve consolidación. Durante la década de los 90 y desde que protagonizase la icónica ‘Mi Idaho privado’, Keanu Reeves (que cumple 56 años este miércoles) se convirtió en la antiestrella de la meca del cine.
Los rumores sobre su vida privada se multiplicaban y la publicación de sus excentricidades, también. Sin embargo, la más grande ocurrió hace ahora veinte años, cuando en diciembre de 1994 muchos medios aseguraron que el actor de origen libanés se acababa de casar con un hombre.
Lo que semanarios como ‘Voice’ o ‘Corriere della Sera’ dieron como cierto se fraguó, según dicen, por obra y gracia de enemigos que querían fastidiarle la carrera al actor. La noticia era clara y contundente: Reeves se había casado con David Geffen, un famoso magnate discográfico.
Muchos medios hablaban de ‘braguetazo’ y daban datos insólitos de la boda: se habría celebrado en un restaurante cerrado de Los Ángeles y a través de un rito heterodoxo. Otros medios aseguraron que la ceremonia había tenido lugar frente al golfo de México y que a Geffen le había costado nada menos que 15.000 dólares. También se afirmó que a las nupcias de la estrella habían asistido desde Claudia Schiffer a Elizabeth Taylor.
El rumor tuvo largo recorrido y no se disipó hasta que sus propios protagonistas hablaron de ello. Geffen declaró que no le había “echado la vista encima” a Reeves y el actor dijo textualmente:
“Es tan ridículo que me parece divertido. Es decir, no hay nada malo en ser gay, así que negarlo es emitir un juicio de valor. ¿Por qué hacer tanto revuelo por ello? Si alguien no quiere contratarme porque piensan que soy gay, bueno, entonces tendré que enfrentarme a ello, supongo. O si la gente se negara a ver mis películas, pero aparte de eso, son habladurías, nada más”, explicó cuando se le preguntó por el tema.
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