SINGAPUR.- Casi cinco horas de conversaciones sin precedentes y surrealistas entre el presidente estadounidense Donald Trump y el norcoreano Kim Jong Un culminaron el martes con declaraciones exageradas de una nueva amistad, pero con vagas promesas de desarme nuclear.
Para Trump, eso equivale a un resultado triunfal en su apuesta extraordinaria con el líder despótico del reino rebelde. Pero hubo pocos detalles sobre los nuevos compromisos que Kim había asegurado, incluso cuando Trump anunció que terminaría con los ejercicios militares regulares que lleva a cabo EU con Corea del Sur.
El que el desarme nuclear sea el resultado final de la cumbre será algo que se conozca en años, si no es que en décadas. Pero el acto dramático de extender la mano a uno de los adversarios de toda la vida de Estados Unidos ilustrará para siempre el mandato instintivo, rompe normas de Trump.
“Ambos queremos hacer algo. Ambos vamos a hacer algo. Y hemos desarrollado un vínculo muy especial”, dijo Trump al concluir la cumbre histórica. “La gente estará muy impresionada. La gente va a estar muy feliz”.
El documento que él y Kim firmaron decía que el líder norcoreano “reafirmó su firme e inquebrantable compromiso de completar la desnuclearización de la península de Corea “. A cambio, Trump acordó “proporcionar garantías de seguridad” a Corea del Norte.
Pero no se mencionó el objetivo anterior de Estados Unidos de una “desnuclearización completa, verificable e irreversible”. Y los compromisos de Kim no parecen ir más allá de lo que ya prometió hacer en abril cuando se reunió con el presidente surcoreano Moon Jae-in a lo largo de la frontera de sus países.
Trump insistió durante una conferencia de prensa que el acuerdo fue más allá de lo que mucha gente esperaba. Pero reconoció que el esfuerzo de Corea del Norte por deshacerse de su arsenal nuclear estaba en sus primeras etapas.
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