“Mi problema no son las apuestas, mi problema está en que siempre quiero competir”, es la voz de Michael Jordan en una de las tantas entrevistas que han sido retomadas en ‘The Last Dance’, la exitosa serie documental producida por ESPN y NETFLIX que en las últimas semanas nos ha permitido conocer la implacable mentalidad del icónico 23 de los Chicago Bulls, el cuál no sólo quería ganar en la duela, sino en cualquier cosa que hiciera fuera de ella.
Y así como se muestran los récords, los títulos y los éxitos que consagraron a Jordan como una leyenda, The Last Dance también muestra los pasajes oscuros, los del “otro” Michael Jordan, aquel que comenzó a frustrarse, ofuscarse y desgastarse ante los constantes escándalos provocados por sus “problemas con el juego” y que explotaron durante los playoffs de 1993, puntualmente en la víspera de un partido frente a los New York Knicks, cuando Jordan fue visto en un casino de Atlantic City, mientras el resto de sus compañeros se encontraban descansando en el hotel de concentración.
En su momento, Jordan se disculpó, afirmando que se trató de un incidente aislado, pero la situación se salió de control, cuando la policía, detuvo a un tal Slim Bouler acusado por tráfico de drogas y lavado de dinero. ¿El detalle? Es que al momento de su detención, Bouler tenía en su bolsa un cheque firmado por Michael Jordan de 57 mil dólares, y aunque en un principio Jordan negó toda relación, al final, el jugador tuvo que testificar en el juicio, donde no tuvo otra opción más que confesar que Bouler era un corredor de apuestas de poca monta, con quién perdió casi 60 mil dólares en un fin de semana jugando al golf.
“No importa la cantidad, quiero tener tu dinero en mi bolsillo“, es otra de esas frases de Jordan que te cimbran en The Last Dance, más cuando esta se relaciona precisamente a la pasión de MJ por el juego y las apuestas, tal vez un reflejo de su competitividad que termina siendo retratada hasta en la manera en la que jugaba rayuela con los guardias de seguridad de los Bulls a cambio de centavos de dólar, pero tal vez también el reflejo de un problema más profundo.
Es por ello que resulta imposible no ignorar aquellas teorías de conspiración que señalan que el primer retiro de Michael Jordan, fue en realidad una suspensión disfrazada por parte de la NBA.
Son muchas las historias que rodean a Jordan con las apuestas y son varias también las personalidades que lo señalaron en su momento, una de ellas Jeremy Roenick, jugador de los Blackhawks de la NHL, quién contó que un día jugó 18 hoyos de golf con Michael Jordan previo a un partido de los Bulls frente a los Cavalier de Cleveland.
Según cuenta su historia, Roenick provocó a MJ diciéndole que iba a apostar por Cleveland, a lo que Jordan simplemente respondió: “Tu dinero debe ser para los Bulls, porque vamos a ganar por 20 puntos y yo voy a anotar más de 40“. ¿El resultado del juego? Chicago Bulls 126 – Cleveland Cavaliers 102 y Jordan se despachó con 44 puntos.
Pero hay más historias así
Otra historia es la de Richard Esquinas autor del libro “Michael y yo: nuestra adicción a las apuestas” quién recuerda que en alguna ocasión Jordan perdió 1 millón de dólares en apuestas, jugando al gold en su campo de Hobe Sound, Florida al que rebautizó como Grove XXIII. Esquinas, era uno de los dueños del estadio de Los Angeles Clippers y en su libro también señala que Michael Jordan apostaba en los deportes profesionales, algo que no estaba permitido por la NBA.
Es por eso que aquella conferencia del 6 de octubre del 1993 en la que Michael Jordan anunció su primer retiro, sigue generando gran polémica y confusión entre millones de aficionados, quienes siguen sin entender ¿cómo es que el jugador mas dominante de la liga, en el mejor momento de su carrera, decide decir adiós a la NBA y dedicarse a jugar con un equipo filial de baseball?
El primer retiro de Jordan sigue siendo uno de los mayores enigmas en la historia del deporte contemporáneo, y es cierto que el asesinato de su padre le llevó a replantearse su vida. Esto es clave, porque según el testimonio de Michael Jordan, el amor de su padre siempre había sido el baseball y aunque no existe ninguna otra prueba de ello más que las palabras de MJ, la realidad es que la muerte de cualquier persona cercana, siempre nos lleva a reflexionar sobre nuestra propia vida.
Es aquí donde las teorías de conspiración comienzan a surgir por doquier, pues si ignoramos la muerte de su padre, lo único que nos queda es un Michael Jordan que se retira temporalmente de la NBA justo en el momento en el que las fricciones por sus problemas de juego eran más que evidentes. A ello habríamos de sumar el contexto que acompañaba dicho momento, pues en 1989, la Major League Baseball había expulsado a Pete Rose de por vida precisamente por sus presuntas conexiones con el mundo de las apuestas.
Así que hay quienes señalan que el primer retiro de Michael Jordan, en realidad fue un “castigo disfrazado” de la NBA; que de esta forma “limpiaba” la turbulencia que comenzaba a vivir como liga y que al mismo tiempo permitía que la imagen de su máximo ídolo, como era Michael Jordan no fuera manchada de por vida.
El asesinato de su padre: la otra teoría
Otra teoría de conspiración es mucho más delicada, e involucra el asesinato de su padre, quién fue visto por última vez el 22 de julio de 1993 en Carolina del Norte y su cadáver descubierto el 3 de agosto en un las inmediaciones de un río en Carolina del Sur. Un suceso que conmocionó a la opinión pública y que llevó al FBI a tomar las riendas de las investigaciones.
La versión de los hechos apunta a que James B. Jordan fue atacado por dos ladronzuelos, mientras descansaba en el acotamiento de una carretera. Los ladrones se pusieron nerviosos y le dispararon en el pecho, terminando con su vida.
Las teorías de conspiración cuestionan el hecho de que los ladrones únicamente hayan robado su teléfono y algunas joyas a pesar de que había más artículos de valor a bordo del automóvil. Además, cuestionan que dos ladrones novatos y nerviosos, hayan sido capaces de esconder el auto y el cuerpo de su víctima durante tres semanas, sin ser descubiertos en uno de los casos de mayor impacto mediático, lo que permite suponer a algunos que la muerte de James B. Jordan fue en realidad un ajuste de cuentas por algún problema de apuestas.
Por último, está la respuesta que el propio Michael Jordan dio a 60 minutos en el 2005, cuando fue cuestionado sobre sus problemas con el juego: “Me metí a mí mismo en situaciones de las que no podía escapar y forcé la maquina. ¿Es eso una compulsión? Sí, depende de cómo lo mires. Si estás dispuesto a poner en peligro tu modo de vida y a tu familia, entonces sí”.
Las versiones que señalan que el primer retiro de Michael Jordan pudo haber sido una suspensión, han sido avaladas en su momento también por el periodista Jack McCollum, de Sports Illustrated, quién se remite a las propias palabras de Jordan para sostener su teoría: “De aquí a cinco años, si regresa el deseo, si los Bulls me reciben, si David Stern me permite regresar a la liga, puede que yo regrese”, dijo Jordan cuando se le preguntó si volvería a la NBA.
Lo cierto es que ese no fue el único mensaje de Michael Jordan en aquella conferencia de prensa que cimbró al mundo, pues el 23 de los Chicago Bulls también explicó que “había llegado a la cima” y que “estaba harto de la vida pública“, un hartazgo que también se puede palpar cuando ‘The Last Dance‘ nos muestra lo demandante que era el propio Jordan con su rendimiento, pero también la manera en la que ya no podía salir de su cuarto de hotel sin ser minuciosamente observado y juzgado.
En esa misma conferencia, Jordan negó que su decisión obedezca a la depresión que le provocó la muerte de su padre James:
“Él mismo me había aconsejado dejarlo ya. La verdad es que he consultado a muchas personas vinculadas a este deporte. Quería saber lo que pensaban acerca de mi deseo de dejar de botar el balón. El 95% de ellas me dijo que me comprendía y que apoyaría mi renuncia. El 5% restante me instó a que reconsiderase mi actitud porque todavía tenía mucho que ofrecer en la NBA, pero yo me tomé esta reflexión como un simple cumplido. Es más, me reuní con Phil (Jackson, el entrenador de los Bulls) y le pregunté acerca de si aún podía demostrar algo más en la duela. Él me pidió un minuto para recapacitar. Para mí fue de lo más significativo. Si hubiera creído que sí, no habría necesitado ni un segundo para decírmelo”.
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