A inicios de la pandemia, en 2020, la reina Isabel II y su ya fallecido esposo decidieron irse a pasar los días en el castillo de Windsor, ubicado en el condado de Berkshire, ahora, dos años después, la monarca ha decidido oficializar su mudanza.
La reina dejará atrás sus días en el palacio de Buckingham. Este cambio no supondrá un problema para cumplir con sus compromisos en la capital británica, ya que su nuevo hogar permanente se encuentra a menos de una hora del centro de Londres.
La decisión de la monarca de abandonar los apartamentos que ha ocupado en Buckingham durante sus siete décadas en el trono coincide con la extensa reforma que se está llevando a cabo en todo el edificio para actualizar tanto la instalación eléctrica como la fontanería y la calefacción, que no se han tocado desde la década de los 50.
El proceso se realizará por fases y se calcula que se alargará al menos una década. En un principio Isabel planeaba cambiar sus aposentos privados a otro ala del palacio mientras se llevaban a cabo las obras, pero finalmente habría optado por ‘mudarse’ a Windsor, un lugar del que guarda gratos recuerdos, según afirma el periódico Daily Mail.
Allí fue donde compartió los últimos meses con su esposo, que falleció en abril de 2021 cuando estaba a punto de cumplir un siglo de vida, y el castillo se encuentra además muy cerca del hogar de su nieta la princesa Eugenia, que vive en Frogmore Cottage, y del de su hijo el príncipe Andrés, que continúa residiendo en el Royal Lodge con su ex Sarah Ferguson.
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