La tragicomedia política mexicana

Escuche mientras lee: “The Show must Go On” del álbum “Innuendo”: Queen. “Inside my heart is breaking / My makeup may be flaking / But my smile, still, stays on”.

La historia de las coaliciones en México inicia en la elección federal de 1988; los partidos políticos participantes (PARM, PPS, PFCRN y PMS) se organizaron en torno de la figura de un candidato; el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y de hecho, fue una fórmula ganadora.
La motivación de la misma fue el hartazgo de, hasta entonces, 59 años de monopolio político priista; de simulaciones, presos políticos, persecuciones selectivas, pero sobre todo, la agonía de lo que se dio por llamar “el viejo PRI”, el del Grupo Atlacomulco, del maestro Hank González, los dispendios anuales en el rancho Don Catarino en Santiago Tianguistenco y todas esas yerbas.
Dicho sea a manera de epígrafe; jugada magistral la que hizo en su momento (1988) el maestro Carlos Hank González, al entregar el poder a Carlos Salinas de Gortari; materialmente puso “en coma” a su grupo político para revivirlo en la elección del 2012, una jugada en vida, con beneficios ya en la tumba… ¡Bravo!
Fue el propio Carlos Salinas de Gortari quien institucionalizó la creación de partidos políticos “por pedido” o “trajes a la medida”.

SALINAS, EL HACEDOR DE PARTIDOS
Tan adoctrinador y doloroso fue el triunfo en los hechos de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que el maquiavélico Salinas adaptó la fórmula para garantizar la permanencia del PRI en el poder por, por lo menos, otros 20 años (32 si consideramos que los “triunfos panistas fueron en realidad un convenio de cambio de imagen pero no de fórmula, pactado y signado); así nació el primer partido político “satélite”, el Partido del Trabajo (PT) en 1990.
El Partido Verde Ecologista de México (PVEM), nació antes, en 1986, y aunque sus postulados ERAN congruentes con el movimiento ecologista mundial, el mismo Salinas lo pervirtió, convirtiéndolo en el primer partido patrimonialista y desde luego, satélite.
Entonces, ante la amenaza, una coalición; así vimos desfilar una “pléyade” de siglas y “líderes” de ocasión que se han perpetuado en el poder, al convertirse en dirigentes vitalicios de sus partidos, hecho que contraviene sustancialmente al artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

LA TRAGEDIA DE LA INCONGRUENCIA
Los postulados salinistas prevalecen aún en nuestros días; me atrevería a decir que, de hecho, el chaparro -sólo de estatura física-, sigue siendo quien dispone y ordena; que heredó del profesor Hank las riendas del viejo PRI y arrebató las de Acción Nacional con el asesinato del Maquío, Manuel Clouthier Carrillo y la expulsión forzada de Pablo Emilio Madero Belden, entre otros muchos destacados y congruentes panistas que sí advirtieron el PRIANASMO y mejor dijeron adiós.
Pero también castró al movimiento democratizador del propio PRI al asesinar descaradamente a Luis Donaldo Colosio Murrieta; todo esto le garantizó las riendas del poder absoluto de este país al que despojó no sólo de sus riquezas para malbaratarlas al interés extranjero, también le despojó del control de las gestiones prioritarias y de seguridad nacional como el Sector Comunicaciones y Transportes, la minería, el agua, la producción de acero y entabló una lucha despiadada por despojarle del petróleo y la generación de energía eléctrica –hasta la fecha-.

LAS ALIANZAS: EL MOMENTO EN QUE SE PERDIERON EL ASCO Y SE BESARON SENSUALMENTE
Entonces, las alianzas políticas se convirtieron en la especulación política (especulación: moneda de cambio del Noeliberalismo), diseñadas para garantizar el triunfo de un candidato, sin que obstase su impopularidad, turbio pasado o lazos comerciales.

Éstas cayeron de inmediato en la contradicción y nos tocó ver de todo: alianzas entre el PAN y el PRD, entre el PT y Encuentro Social; entre el Verde Ecologista y Morena, en fin, todos contra todos como esas fiestas bacanales de los más altos círculos de la política mexicana:¡todos contra todos, viva la diversidad!); o las fiestas privadas del “Betito”… ¡esas meras!

LA CÚSPIDE DE LA LASCIVIA POLÍTICA
Pues resulta que ahora, nos preparamos para un nuevo proceso electoral federal, el intermedio de la era Andrés Manuel, y como lo he expresado en tantas oportunidades como he tenido, a la oposición le urge sacar del poder al AMLO, pues lo que les va de por medio, no es sólo haber perdido el poder, es, su propia libertad.
Conforme pasa el tiempo, están cayendo una a una las piezas más vulnerables del Puzzle o entramado, que resulta que ¡sí es Neoliberal!

La llegada de Emilio Lozoya, la captura de César Duarte y los que faltan; me atrevería a aventurar que hasta a “Betito” le va a tocar ser chivito expiatorio –¿o cerdito expiatorio?-, al tiempo. Todas estas jugadas no hacen más que apuntalar el encarcelamiento de un sinnúmero de personajazos de las administraciones anteriores, pero también, de la extradición de muchos de ellos para que paguen al gobierno norteamericano sus excesos.
En este escenario, las alianzas juegan un papel fundamental para tratar de frenar a Andrés Manuel y, los mexicanos que presenciamos el nacimiento de éstas como un proceso de esperanza, veremos por fin al tórrido amor de clóset entre el PAN y el PRI coaligarse exhibicionistas y levantarse sus manos entrelazadas por sus desos -¡qué románticos!- y llevarán entre las patas al PRD, al partido que nació de la esperanza de la izquierda, de la elección de 1988.
Ciao.

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