Retirado del poder desde 2006, hizo su última aparición en abril de este año en un homenaje a su cuñada fallecida; el día de hoy cumple años
CARACAS, Venezuela.- “Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo, fue capricho del azar. Pronto seré ya como todos los demás”.
El momento ha llegado. “Tal vez sea de las últimas veces que hable en esta sala”, insistió el Líder de la Revolución durante el Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebrado en el pasado abril.
Retirado del poder desde 2006, lastrado por la edad y por la operación de vida o muerte que le debilitó para siempre y que forzó la sucesión en su hermano pequeño, Fidel permanece presente en la sociedad cubana a través de sus escritos y de sus contadas apariciones públicas.
La última fue en abril, cuando el ex presidente cubano se presentó por sorpresa en un homenaje a su cuñada fallecida, Vilma Espín, la mujer de Raúl.
“Ella estaría muy contenta porque estaría viendo por qué sacrificó su vida, porque el que muere luchando por la Revolución va dejando energía en el camino”, explicó aquel día Fidel a alumnos y profesores en una escuela de La Habana.
“Él ha sido un maestro para la toma de conciencia del continente, para despertar al gigante dormido en las pausas del tiempo”, apunta Miguel Barnet, uno de los escritores más conocidos de la revolución.
“La figura de Fidel seguirá operando como Mao para la élite post Deng Xiaoping: un símbolo con usos ideológicos y legitimadores cada vez más distante del nuevo escenario y sus beneficiarios de la clase burocrática gerencial”
“Para el nuevo orden de autocracia colegiada y refuerzo de la institucionalidad, la figura de Fidel seguirá operando como Mao para la élite post Deng Xiaoping: un símbolo con usos ideológicos y legitimadores cada vez más distante del nuevo escenario y sus beneficiarios de la clase burocrática gerencial”, pronostica el politólogo cubano Armando Chaguaceda.
Y lo hace para dentro y fuera de la Isla, ya que también ejerce como gurú de la izquierda continental, que acude a La Habana para verlo como si se tratase de la Meca de las ideas.
El hombre que no quería morir, que sobrevivió a cientos de atentados, conspiraciones y planes para acabar con su revolución y con su vida, persiste hoy como mito para parte de América cuando ni siquiera ha sido absuelto por la historia, como pidió en su famosa declaración durante el juicio del asalto al Cuartel de Moncada.
Por supuesto no piensa así el poder cubano, que ha reunido a sus historiadores más conocidos, con Eusebio Leal, el hombre que ha transformado La Habana Vieja, y el Ministro Abel Prieto a la cabeza para sentenciar la absolución sin juicio, apoyándose en la gesta y los supuestos logros del “guerrillero en el tiempo”.
Desde el héroe antiimperialista hasta el dictador mimado por la historia; reformador social y verdugo de libertades; el arquitecto de la soberanía nacional que puso a su país al borde de la guerra atómica; el amigo de García Márquez que fue repudiado por Vargas Llosa y por Albert Camus.
Fuertemente criticado en occidente y odiado en el exilio, adulado por la izquierda radical y admirado por buena parte de la América nacionalista, a Fidel Castro siempre se le temió en la Isla.
Durante años casi nadie se atrevía a citar su nombre, preferían estirar una barba imaginaria desde su barbilla o usar su apodo más famoso: el “Caballo”.
Un mote nacido en la Sierra Maestra que cuenta con distintas versiones sobre su verdadero origen: desde quienes lo atribuyen a un juego de palabras (el caballo es el número 1) hasta quienes creen que el éxito de la película de Atila, rey de los hunos, y su caballo, que por donde pisaba no volvía a salir la hierba.
El Fidel de la última década ya no galopa y sus relinchos no asustan, incluso ha cambiado su indumentaria verde olivo por un pants y una chamarra de Adidas.
57 años pasó Fidel Castro en el poder
Ya no da miedo, pero tras de sí deja una leyenda a la que le falta por escribir el epílogo como uno de los personajes clave de los siglos 20 y 21.
Un autócrata que suma 57 años en el poder, frente a los 48 del tirano norcoreano Kim Il Sung, según los cálculos de Roberto Álvarez Quiñones, periodista que permaneció décadas muy cerca del poder y hoy vive en el exilio.
“El nonagenario caudillo es hoy un dictador adjunto. Su hermano Raúl, el nuevo faraón cubano impuesto por él, no toma una decisión importante sin consultarla con su guía y héroe”, describe Quiñones.
Foto: El Nacional
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