La temporada 3 de Luis Miguel, la serie, muestra que en 2017, Micky lidiaba con sus problemas económicos y personales a través del consumo de alcohol.
En esa época, que sus biógrafos Javier León Herrera y Juan Manuel Navarro, en Oro de rey, describen como el “trienio horribilis”, vemos a un Luis Miguel deprimido, con kilos demás y que, sin importar si es de día o de noche, consume alcohol al por mayor, además enfrentaba un distanciamiento con su hija, deudas, demandas, conciertos cancelados y hasta un citatorio para presentarse ante un juez de Los Ángeles.
“El tercer año fue el más difícil. Si bien desde finales del anterior ya el plan de ayuda y rescate se había puesto en marcha para evitar el hundimiento total. Luis Miguel estaba completamente arruinado y tenía varias frentes abiertos, todos ellos muy gruesos”, aseguran Javier y Juan.
Esta biografía recuerda cómo durante la gira, Luis Miguel empezó a dar signos de que las cosas no iban bien, como en 2011, que llegó dos horas y media tarde a un concierto en Oaxaca. “Finalmente llegó, pero en evidente estado de embriaguez. Entró directo del coche al escenario, bajó descompuesto con el traje y la corbata desarreglados…”.
Oro de rey habla de otra adicción que no menciona la serie: las pastillas. “Cantar, cantar y cantar era el único alivio para su alma contra la depresión y para su economía, que incomprensiblemente seguía dando motivos de preocupación, empezó a perder dinero a raudales… Su manager y su esposa mostraban preocupación por los síntomas depresivos que observaban en el artista, que se hizo adicto a las pastillas para dormir, y siempre usaba el mismo traje, despreocupado por su apariencia”.
Sin embargo, gracias a los consejos médicos, fue que Luis Miguel sí quiso escuchar, y cuando sus complicaciones de salud eran evidentes (como sus problemas cardiacos y de sobrepeso) redujo drásticamente el consumo de alcohol.
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