CIUDAD DE MÉXICO.- Aquí los “Diez Mandamientos del Estado Laico”, para quienes apoyan la agenda del Frente Nacional por la Familia, y se oponen al matrimonio igualitario:
- Amarás a la ley por encima de todas las cosas. En un Estado laico como lo es México, ni la Biblia ni la opinión de la Iglesia ni la palabra de Dios deben guiar la política pública o la actuación de las instituciones. Los Estados modernos se fundan sobre el principio de la separación Estado-Iglesia para que rijan leyes hechas por hombres y no impuestas por credos. Por ello las Leyes de Reforma impulsadas por Juárez; por ello el secularismo liberal consagrado en la Constitución. La democracia liberal se crea para defender los derechos de las minorías que no necesariamente comparten credos bíblicos o directrices papales o la religión mayoritaria. La ley sirve como mandato abstracto y universal, al margen de la edad, el género, y la preferencia sexual.
- No tomarás el nombre de Dios para negar derechos a personas con las que no estás de acuerdo. No te refugiarás en la religión o en la moral para argumentar en favor de lo “natural” o lo “normal”, cuando esos calificativos son construcciones sociales e históricas que van cambiando conforme las sociedades evolucionan.
- Santificarás las fiestas y asistirás a marchas en las cuales tienes derecho a participar y a manifestar tu opinión. Podrás marchar en favor o en contra de cualquier iniciativa de legislación o cualquier modificación constitucional. Pero ojalá te abstuvieras de usar el espacio público para la denigración, la satanización y la discriminación, usando lenguaje como “jotos”, “engendros de Satanás”, “depravados”, “machorras”, “desviados”, “enfermos”. Así como exiges respeto a tu posición, debes respetar la de otros y otorgarles la dignidad que demandas para quienes piensan como tú.
- Honrarás a la familia, entendiendo que ya no consiste tan solo en la unión de un hombre y una mujer. La familia hoy existe en múltiples encarnaciones, y en México más del cuarenta por ciento no está constituida conforme a la visión tradicional de la relación hombre-mujer.
- No matarás los avances que ha habido en la protección de todos los derechos para todos, comenzando con la reforma constitucional en materia de derechos humanos en 2011, y la resolución reciente de la Suprema Corte en torno al matrimonio igualitario.
- No cometerás actos impuros como diseminar mentiras e información incorrecta sobre la reforma que impulsa el matrimonio igualitario. Cesarás de argumentar que la educación sexual en las escuelas fomentará la homosexualidad, que los niños podrán cambiar de sexo sin consultar a sus padres, que la “ideología de género será impuesta por el Estado”, y tantas falacias más. Leerás la iniciativa de ley de manera objetiva para entender su verdadero contenido y alcance, junto con la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el artículo 130 de la Constitución.
- No robarás a generaciones venideras la posibilidad de crecer en un país plural y diverso. Comprenderás que aunque la oposición al matrimonio igualitario pueda ser mayoritaria, los derechos fundamentales no se protegen ni se legislan por referéndum o en función de la opinión pública. Si así fuera no se hubiera abolido la esclavitud ni se hubieran reconocido los derechos civiles de los africano-americanos ni se hubiera terminado el apartheid ni la mujer tendría derecho a votar.
- No dirás falso testimonio ni mentiras sobre el impacto de la adopción por homosexuales en los niños. Todos los estudios científicos realizados a lo largo de los años comprueban que el género de los padres no impacta en la estabilidad emocional o el desarrollo de sus hijos. Importa más la estabilidad familiar y socioeconómica que el sexo de los padres.
- No consentirás pensamientos ni deseos impuros, como exigir que los miembros de la comunidad LGBT sean mantenidos al margen de la iglesia, el matrimonio, las escuelas, los hospitales, los juzgados. Entenderás que el amor es el amor, el Estado es el Estado y según sus leyes -que rigen a los mexicanos por igual- todos somos familia.
- No codiciarás derechos para ti que niegas para otros. Como escribiera Martin Luther King, un hombre de fe y adalid de la lucha contra la discriminación, “nunca es demasiado tarde para hacer lo correcto”. Nunca es tarde para transitar de la injusticia a la dignidad. Ahora es cuando.
Denise Dresser
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