México golea a Irak y gana en confianza

‘El Tri’ no sufrió en su primer partido del campamento de Girona. Marcaron Vega, Funes Mori, Gallardo y Antuna. México golpeó en los momentos clave y luego sobrellevó sin resistencia.

La Selección Mexicana resolvió sin aspavientos su penúltima prueba. Faltan 13 días para el Día-D del Stadium 974. En Girona, ‘El Tri’ (y Martino, y Funes Mori, sobre todo) se encontró con una apacible terapia para fortalecer el autoestima. Y funcionó. Para eso son los sparrings e Irak ejerció (apenas) como uno.

‘El Tri’ dio la nota en la primera afinación. Gallardo trazó desde el costado izquierdo con efecto truculento y Vega, con las piernas por delante, tijereteó la pelota. Jalal la fue a recoger entre las redes. Un alivio, la Selección Mexicana ya había cumplido con una de sus múltiples asignaturas pendientes: abrir el marcador. Los ejercicios posteriores estaba encaminados a subsanar las restantes, que muchas son. Cualquier mejora, la que sea, iba a despejar la neblina tóxica.

El ejercicio se volvió una práctica de tiro y una sesión de autocontrol psicológico. El único truco del partido era no caer en la insensatez y, al mismo tiempo, percutir con dureza y paciencia. Una línea delgada. El cabezazo seco de Chávez impactó de lleno en Karrar, quien parecía solo pasar por ahí, inadvertido del peligro. Vega probó desde el vértice izquierdo. Hussein la alejó de la escuadra después del tiro de Herrera envenenado por Munaf. Pronto, ‘El Tri’ dejó de producir. Las energías de los minutos iniciales se agotaron. El hastío conlleva a la inacción. El truco, habíamos advertido. Gallardo cerró los flancos para convertir su posición de extremo, incluso, en la de un ‘falso nueve’ en irrupción, mientras Chávez rompía la línea de tres del medio campo, y ni así la Selección desatascó el embotellamiento chilango que se encontró en los jardines de Jalal. Lo mejor que hizo la rudimentaria Irak fue resistir, si a eso le podemos llamar resistir, y enviar la pelota a los terrenos inhóspitos de Moreno y Montes. Cuadra Fernández ya había tenido demasiado: decretó el final del primer tiempo con cinco minutos de antelación.

Antuna entró al campo con cargas de dinamita escondidas en sus botines. Como casi siempre. Se aventó de encima a Munaf, como quien se despoja de un molesto y pesado abrigo al llegar a casa tras la lluvia; rasuró toda la pradera gerundense y sirvió la pelota para que Funes Mori rematara con punterazo de bailarín. Un gol de titularidad. Le sobró trinitrotolueno a Antuna, aunque a su tiro cruzado le faltó calma. Y entonces ‘El Tri’ tocó, y tocó. Sin mayores prisas. La pelota rodó por todo Girona con sello tricolor.

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Y, en algún momento, Alvarado puso la pelota en el corazón del área, Jalal dejó su puesto en vano, Ali pivoteó a Gallardo como si fuese Funes Mori y el lateral, el que cierra los flancos, la prendió como en sus sueños y los nuestros. Un gol de goce estético. Del exterior zurdo de Gallardo a la cruceta de Jalal. Un gol que Talavera degustó con un cuenco de crema catalana. El penalti de Antuna entró con calzador a la crónica, cortesía de Cuadra Fernández, quien consideró que un brazo emergía de la joroba de Amir.

Kevin Álvarez, Erick Sánchez, Luis Romo y Jesús Angulo también participaron de una prueba que sirvió para estirar músculos y tronar huesos. Por esa razón no era sensato que Jiménez tomara parte. Y, quizá, también tuvo utilidad para encontrar caminos más benévolos al gol. Y para despejar, aunque sea un poco, la neblina tóxica

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