CIUDAD DE MÉXICO.- La académica, profesora y crítica de arte Teresa del Conde falleció ayer a los 79 años de edad en su casa. Un familiar comentó a Excélsior que la investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM padecía cáncer. Sus últimos días de su enfermedad estuvo en casa. Hoy se realizará un servicio fúnebre en la García López de San Jerónimo.
Poco antes de media noche, en la cuenta de Twitter de la propia crítica de arte, la familia confirmó el fallecimiento y agradeció las condolencias: “Con mucha tristeza compartimos que el día de hoy fallece la doctora Del Conde. Su familia agradece sus atenciones”, se leía en el que será el último comentario en esta cuenta.
Minutos antes la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, escribió sus condolencias también en su cuenta de twitter: “Tere del Conde fue crítica de arte y destacada impulsora de movimientos pictóricos. Comparto mi pesar con sus deudos y la comunidad cultural”.
Para Renato González Mello, director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, la lista de aportes que hizo Del Conde al estudio del arte mexicano es inmensa: “Teresa del Conde fue una persona que hizo grandes aportaciones a la disciplina, aportaciones innovadoras. A ella se le debe la atención, la búsqueda de incorporar el sicoanálisis al análisis de las artes en nuestro país. Además aportó mucho al conocimiento de pintores como José Clemente Orozco, pero es larga la lista de artistas de los que se ocupó”, comentó vía telefónica de quien definió como una “intelectual íntegra”.
Legado cultural
Autora de 16 libros y coautora de una cuarentena, además de decenas de artículos, Del Conde estudió sicología en la máxima casa de estudios en 1958, y después de una estancia en Italia regresó a la Facultad de Filosofía y Letras para cursar la licenciatura y maestría en Historia del arte y el doctorado en Historia de las ideas. Su trayectoria académica la llevó a ser miembro de Número de la Academia de las Artes y del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Como crítica de arte se caracterizó por sus investigaciones en arte mexicano que la llevó a crear el concepto de “Generación de la Ruptura” para referirse a los artistas que no concordaban con la corriente muralista y de la Escuela Mexicana de Pintura. Término que se conserva aún hoy para referirse a creadores como Manuel Felguérez, José Luis Cuevas, Vicente Rojo y Alberto Gironella, entre otros.
Sus trabajos académicos derivaron en libros como Un pintor mexicano y su tiempo. La Ruptura (UNAM, 1979), José Clemente Orozco, Antología Crítica (UNAM, 1979), Textos dispares: Ensayo sobre arte mexicano del siglo XX (Siglo XXI, 2014) y Frida Kahlo. Una mirada crítica (Planeta, 2007), Francisco Toledo (1980), ¿Es arte? ¿No es arte? (1998) y Una visita guiada. Breve historia del arte mexicano del siglo XX (2000). entre otros.
A ello se suman artículos como “Julio Ruelas. En el arte en tiempos de cambio. 1910.2010” o “Pintores abstractos en Yucatán”, “Imágenes del cuerpo”, “La inesperada extrañeza (pintura y teorías de Ignacio Salazar Arroyo)”, por mencionar sólo algunos.
Su trabajo de crítica también se vio reflejado en las columnas periodísticas que publicó primero en el suplemento cultural del periódico Unomásuno, y después en La Jornada, donde escribió durante 29 años. Además, colaboró con la revista Vuelta en el periodo que la dirigió Octavio Paz y participó en programas especiales en Canal Once y Canal 22.
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