El papa Francisco volvió tras los dos años de pandemia a rendir homenaje en una ceremonia pública a la imagen de la Inmaculada cercana a la plaza de España de Roma y en su oración, en la que se le vio visiblemente emocionado, presentó a la Virgen “las súplicas de los niños, de los ancianos de los padres y madres, de los jóvenes de la martirizada Ucrania”.
Virgen Inmaculada, hoy hubiera querido traerte el agradecimiento del pueblo ucraniano por la paz que llevamos tanto tiempo pidiendo al Señor”, dijo Francisco conmovido y casi en lágrimas ante la columna en la que se encuentra la imagen de la inmaculada en la romana plaza Mignanelli frente a la embajada de España ante la Santa Sede.
Y, agregó, haciendo una pausa por la emoción, “en cambio, aún tengo que traerte la súplica de los niños, de los ancianos de los padres y madres, de los jóvenes de esa tierra martirizada. Pero en realidad todos sabemos que estás con ellos y con todos los que sufren, como estuviste junto a la cruz de tu Hijo“.
“Mirándote a ti, que estás libre de pecado podemos seguir creyendo y esperando que sobre el odio venza el amor, que la verdad prevalezca sobre la mentira, que la ofensa gane el perdón, que sobre la guerra gane la paz. ¡Que así sea!”, añadió Francisco en su oración.
“Es un dolor muy grande. Es una derrota de la humanidad”, dijo el papa a algunos de los periodistas presentes al reconocer “que se había emocionado un poco”.
Francisco recordó que después de estos dos años que le habían obligado a rendir homenaje a solas al alba, hoy regresó con la presencia de los fieles y romanos para llevar agradecimientos y súplicas. “Traigo las preocupaciones de las familias, de padres y madres a quienes les cuesta cuadrar las cuentas de casa y afrontan día a día pequeños y grandes retos para salir adelante”, dijo el papa.
También llevó ante la Virgen “los sueños y las angustias de los jóvenes, abiertos al futuro pero frenados por una cultura rica de cosas y pobre en valores, saturados de información y carente en educar, persuasiva en ilusionar y despiadada en el decepcionar”.
“Te confío especialmente a los chicos que más han sufrido la pandemia, para que poco a poco vuelvan a desplegar las alas”, rezó.
Francisco llegó en coche ante la plaza Mignanelli hacia las 15.30 h local y fue recibido por el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri; después se depositó ante los pies de la columna un ramo de flores amarillas y blancas, los colores del Vaticano, y se sentó en un silla colocada en medio de la plaza, ya que no puede estar mucho de tiempo de pie por sus problemas de rodilla.
Ante miles de romanos que volvieron a participar en esta fiesta, el papa se levantó para pronunciar su oración, tras de lo cual permaneció durante unos instantes en silencio.
A continuación, saludó a muchos de los fieles presentes, entre ellos a los enfermos en las primeras filas, y también se acercó a la embajada de España para saludar y conversar unos minutos con la embajadora, la exministra Isabel Celaá.
La tradición papal de la ofrenda de flores se remonta a 1857, tres años después de la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de la Virgen María, que formuló el papa Pío IX (1846-1878).
Tres años después, el 8 de diciembre de 1857, mandó erigir el monumento de la Inmaculada Concepción en la Plaza España, ante la embajada de española, como premio porque muchas solicitudes de proclamación del dogma llegaron desde España.
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