En Quintana Roo las autoridades señalan que 8 de cada 10 mujeres indígenas sufren algún tipo de violencia familiar, sin embargo debido a temas culturales, miedo y falta de información casi ninguna de ellas denuncia estos abusos.
La Comisión Ejecutiva de Atención de Víctimas del Estado (Ceaveqroo) de Quintana Roo, desde el 2016 hasta la fecha han solicitado asesoría jurídica 19 mil 182 personas, la mayoría mujeres que fueron violentadas por sus respectivas parejas. Ninguna se identificó como perteneciente a un grupo indígena.
Mientras que la Dirección de Primer Contacto y Ayuda Inmediata desde su creación hace seis años, ha auxiliado a 2 mil 849 personas en la entidad. Ninguna de las personas solicitantes pertenece a la zona la maya.
A través de transparencia la Ceaveqroo informó que en el mismo periodo mil 972 personas solicitaron ser inscritas en el Registro Estatal de Víctimas. Solo 20 de ellas están identificadas como mujeres indígenas.
“Esto es prueba que falta demasiado una campaña de concientización en la zona maya, para demostrarle a las mujeres víctimas de violencia que no están solas, que pueden solicitar auxilio y ser protegidas de sus agresores”, señaló Paola Várguez Vázquez, integrante del Colegio de Psicólogos de Quintana Roo.
Ella pertenece a un grupo de voluntarios que brindan trabajos de atención y prevención de la violencia intrafamiliar en los municipios de Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos y Tulum, donde han encontrado el mismo obstáculo: las mujeres tienen miedo a denunciar a sus agresores.
“Les explicamos que existe el Ceaveqroo que puede ayudarlas y protegerlas de sus agresores cuando los denuncien, pero debido a que viven en comunidades pequeñas tienen terror a que no puedan ser defendidas a tiempo. Y es que lo inaccesible de sus pueblos dificulta que puedan ser amparadas en caso de que sus parejas las golpeen de nuevo”, comentó.
Citó un caso reciente, en el que intentaron convencer a una mujer indígena, cuyo marido la golpeaba, a denunciarlo.
La mujer se negó alegando que no tenía otro lugar a donde ir, pues su familia no la iba a aceptar de regreso.
También se negó a la ayuda de la Ceaveqroo, argumentando que no tiene dinero ni recursos para viajar 80 kilómetros hasta las oficinas más cercanas. Además de que su papel como mujer era aguantar estos tratos.
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