Pese al peligro, el glifosato continúa creciendo en el campo de Quintana Roo

Desde enero pasado, en México inició un proceso para el retiro gradual del glifosato en las actividades agrícolas; sin embargo, en Quintana Roo su desaparición se pinta muy complicada, no sólo por ser uno de los insumos más utilizados, sino por la ubicación geográfica de la entidad.

Desde hace décadas el glifosato es utilizado en el control de maleza antes de la siembra del maíz, la piña, la calabaza, el picante, las hortalizas, así como la caña de azúcar. En este último se puede utilizar, incluso, durante el proceso de crecimiento por su alta resistencia al herbicida.

“Nuestro país debe mantener una participación activa en la búsqueda de instrumentos que le permitan contar con una producción agrícola sostenible a través de la utilización de insumos que resulten seguros para la salud humana, animal y el medio ambiente”, destaca uno de los considerandos del decreto presidencial firmado por Andrés Manuel López Obrador y publicado el 31 de diciembre de 2020.

Aunque los productores quintanarroenses están conscientes de los efectos negativos que la sustancia puede generar no sólo en la salud humana sino en la de sus tierras, reconocen que una sustitución o una eliminación total, es prácticamente imposible.

Más de 150 kilómetros de frontera con Belice, con sólo dos puntos de inspección aduanal (Subteniente López y La Unión) hacen suponer a las organizaciones agrícolas que sustancias como ese herbicida, el más barato del mercado, seguirá ingresando a territorio de Quintana Roo, con o sin prohibición.

A ello se suma la existencia de territorios donde la vigilancia en los sistemas y procesos de cultivo es prácticamente nula. El ejido Salamanca, en Bacalar, ocupado por menonitas, es uno de esos ejemplos.

Cañeros lo prefieren por su bajo precio

De acuerdo con Benjamín Gutiérrez Reyes, dirigente de la Asociación de Productores de Caña de Azúcar, por acuerdo del Comité de Calidad y Producción Cañera, desde el año pasado quedó prohibido el uso de glifosato en el cultivo de la caña, a pesar de ser esencial.

“Todos los glifosatos están prohibidos en la zona cañera, supuestamente por que producen riesgo de cáncer, porque deterioran el suelo, y sobre todo, porque deja residuos en el azúcar procesada”, comenta.

Sin embargo, reconoce que en la ribera del río Hondo, con 35 mil hectáreas sembradas, algunos productores insisten en seguir utilizando herbicidas con glifosato, para controlar el zacate Johnson, sobre todo porque no hay otro producto que iguale eficacia y precio.

Todo ello ocurre, a pesar de tener claros los efectos que tiene el uso prolongado sobre la fertilidad del suelo: una reducción drástica del rendimiento por hectárea.

Datos de la organización indican que algunos cañeros tienen producto rezagado, mientras que en las bodegas del ingenio, puede haber de tres mil a cinco mil litros de glifosatos, “pero ya está prohibido usarlos”, insiste.

En la práctica y pese a los acuerdos, el ingenio San Rafael de Pucté continúa repartiendo como insumo a los productores de caña glifosatos como la marca Faena.

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