CIUDAD DE MÉXICO.- El Papa Francisco defendió en un mensaje la acogida a inmigrantes y refugiados y pidió a los líderes religiosos condenar la “locura homicida” del extremismo religioso.
En un discurso este lunes, ante miembros del cuerpo diplomático reunidos en el Vaticano, habló de temas como el terrorismo yihadista, la crisis migratoria, los conflictos en Oriente Medio, las tensiones en Europa, el cuidado del planeta y los efectos del cambio climático.
Sobre la crisis migratoria, juzgó preciso que la comunidad internacional favorezca una acogida digna de inmigrantes y refugiados para que estos se integren al tejido social.
No obstante, matizó que estos deben recordar que tienen el deber de respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los acogen.
En su opinión, un enfoque prudente por parte de las autoridades no supone la aplicación de políticas de clausura, sino que implica evaluar, con sabiduría y altura de miras, hasta qué punto su país es capaz, sin provocar daños al bien común de sus ciudadanos, de proporcionar a los inmigrantes una vida digna.
De igual manera, centró su mensaje en la seguridad y la paz, y condenó el extremismo religioso y los atentados cometidos en países como Afganistán, Bangladesh, Bélgica, Burkina Faso, Egipto, Francia, Alemania, Jordania, Irak, Nigeria, Pakistán, Estados Unidos de América, Túnez y Turquía.
“La religión puede ser utilizada como pretexto para cerrazones, marginaciones y violencias”, lamentó.
El Pontífice también dirigió un mensaje a los gobernantes para que garanticen el derecho a la libertad religiosa de sus ciudadanos y generen condiciones que eviten la propagación de los fundamentalismos.
Consideró urgente el diálogo en Venezuela, entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, para frenar las consecuencias de la crisis política, social y económica que agobia a la población civil.
Por otro lado, renovó el llamado de la Santa Sede para que se reanude el diálogo entre israelíes y palestinos y que estos alcancen una solución estable y duradera que garantice la convivencia pacífica de dos Estados dentro de fronteras reconocidas internacionalmente.
Finalmente, expresó el Acuerdo de París sobre el cambio climático es un signo importante del compromiso común por dejar a los que vengan después de nosotros un mundo “hermoso y habitable”.
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