En general, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, no suele asistir a la cita anual del otoño neoyorquino con la diplomacia mundial que se celebra en la sede de Naciones Unidas.
En su lugar, su ministro de Relaciones Exteriores hablaba al mundo en nombre de Moscú.
Sin embargo, en este 2020, cuando la institución nacida tras la II Guerra Mundial cumple 75 años y sus fastos se han visto reducidos a la nada por la brutal pandemia que ya casi se ha cobrado el millón de muertos en el planeta, Putin ha hecho presencia virtual.
Porque como el resto de líderes mundiales, se ha visto obligado a “comparecer” a través de un vídeo grabado con anterioridad, alejado de la frescura del directo.
En un claro contraste con la política que está siguiendo la Administración estadounidense de Donald Trump, Putin defendió que la Organización Mundial de la Salud (OMS) tenga un papel central a la hora de coordinar la respuesta a la pandemia.
En este punto, el presidente ruso dio dos grandes titulares.
El primero: organizar en breve una conferencia online al más alto nivel para todos aquellos países que estén interesados en cooperar para desarrollar cuanto antes una vacuna contra el letal virus.
Y el segundo: en un populismo propio de un mercader, Putin aseguró que su Gobierno está listo para ofrecer a Naciones Unidas la ayuda que sea necesaria, lo que incluye vacunar “gratis” a todo el personal de la institución que lo desee.
El mandatario elogió la vacuna rusa, llamada Sputnik 5, declarando que su país está dispuesto a suministrarla a otras naciones, recalcando su seguridad y efectividad.
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