PLAYA DEL CARMEN, Q. ROO.- La existencia de una poderosa mafia de clonadores de tarjetas que logró enquistarse en los destinos turísticos de México y que opera en muchos otros países, ha cobrado relevancia en medios internacionales tras darse a conocer sus alcances.
Según ha reconstruido una investigación de Organized Crime and Corruption Reporting Project, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), la organización Quinto Elemento Lab y Rise Project, desde 2014 una banda delictiva conformada por ciudadanos rumanos quienes, se han hecho pasar todos estos años por empresarios, instaló alrededor de un centenar de cajeros automáticos en los principales destinos turísticos de México, incluidos los de Quintana Roo.
Esto lo hizo a través de una alianza con Multiva, lo que le dio “respaldo” a su empresa fachada Top Life Servicios, que lo que realmente logró fue instalar un software de robo de datos y clonación de tarjetas bancarias a través de estos cajeros.
Multiva firmó en marzo de 2014 un contrato con Top Life Servicios para instalar cajeros Instacash en destinos turísticos de Quintana Roo, en Puerto Vallarta, Jalisco; Sayulita, Nayarit y Cabo San Lucas, en Baja California Sur.
Según el banco, no tenía conocimiento de las operaciones que realizaba esta empresa hasta que fue detenido en Cancún su fundador, Florian Tudor, el 30 de marzo de 2019 por portar armas de alto calibre.
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Las principales víctimas fueron extranjeros de alto poder adquisitivo que se encontraban de vacaciones en los principales destinos de Quintana Roo como Cancún, Playa del Carmen, Tulum y Cozumel.
El sistema saqueó las cuentas de los clientes al ritmo de 240 millones de dólares anuales hasta que la operación fue desmantelada por las autoridades mexicanas, a mediados de 2019.
El esquema elaborado a través de la empresa fachada Top Life Servicios habría trasladado alrededor de mil 200 millones de dólares a las cuentas de los criminales diferentes países del mundo desde donde tenían operadores, como Indonesia, India, Barbados, Granada, Paraguay, Brasil, Japón, Corea del Sur y Taiwán.
De acuerdo con información que filtró a las autoridades un ex integrante de la banda y actualmente testigo protegido, llegaron a controlar alrededor de 100 cajeros con chips diseñados para el robo de datos.
Según relata, en promedio cada máquina copiaba cada mes unas mil tarjetas, lo que les permitía retirar cantidades de 200 dólares al día de cada una, lo que resultaba en la cifra de 20 millones de dólares cada mes.
Este “informante” ha colaborado con las autoridades de Rumania a quienes reveló que el centro de operaciones se encontraba en la Riviera Maya.
FLORIAN TUDOR
Florian Tudor, apodado “El Tiburón” o Rechinu (tiburón en rumano), es señalado como el cabecilla de la organización. Con 44 años de edad, tiene un historial delictivo en otros países como Italia; esto le permitió amasar cierta fortuna que le permitió hacerse pasar por un empresario imobiliario a su llegada a Cancún.
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Sin embargo, esto no lo hizo sólo, para lograr sus objetivos se alió con otros criminales como el narcotraficante rumano Adrián Constantin Tiugan, que entró a México con documentación falsa, le permitió crear una inmobiliaria: Investcun.
Investcun fue utilizada para comprar terrenos en zonas privilegiadas de Cancún. Tudor construyó en la ciudad, uno de los pilares turísticos de México, una mansión de varios pisos con piscinas en la azotea y ascensores.
La compañía también está involucrada en el desarrollo de un proyecto residencial y un campo de golf en Puerto Morelos, una zona en expansión en la Riviera. Los negocios también se expandieron a otros negocios como casas de cambio, que permitían a la red criminal lavar el dinero extraído de las cuentas de turistas defraudados.
EL REPORTAE DE KREBS
Mientras la banda obtenía grandes beneficios, empezó a tener otros problemas. Después de estar varios años fuera del radar, su actividad salió a la luz por primera vez en septiembre de 2015, cuando el periodista estadounidense Brian Krebs publicó una historia sobre su negocio.
Krebs es un ex reportero del Washington Post, especializado en temas de seguridad en Internet. En 2015, mientras la banda de la Riviera Maya construía su infraestructura en México, un técnico le avisó que estaba trabajando para una empresa de cajeros automáticos.
Escuché a un técnico de cajeros automáticos en México que dijo que se le habían acercado unos tipos de Europa del Este y le ofrecían hasta 6 mil dólares al mes… La fuente dijo que estos tipos habían usado dispositivos Bluetooth que implantaron en los cajeros automáticos”, dijo Krebs.
Sin que Krebs lo supiera en ese momento, su fuente le hablaba de dispositivos de Bluetooth y skimming que fabricó Cristian Simion, un técnico rumano contratado para trabajar en la banda. Este hombre había hallado una manera de usar la tecnología para transmitir directamente los números de tarjetas bancarias robadas a los delincuentes desde los cajeros adulterados.
El periodista tomó un avión y voló a México. No fue difícil encontrar cajeros en Cancún, Playa del Carmen e incluso en el Aeropuerto Internacional de Cancún que emitían un enlace Bluetooth llamado free2move.
De vuelta a Estados Unidos, Krebs publicó en su blog la historia sobre el skimming con el sistema Bluetooth en México. En sus artículos mencionó que una fuente le indicó que una banda de Europa del Este estaba detrás de la trama.
Cuando Tudor se enteró de la historia, se puso furioso. Contactó por la aplicación a Constantin Sorinel Marcu, uno de sus hombres y le ordenó que cerrara todas las operaciones.
La verdad es patrimonio universal, tarde o temprano llega. La justicia internacional y la nuestra pronto harán su parte. Y ahora ¿los voceros, protectores y facilitadores institucionales de presuntos Rumanos que argumento tienen? ¡Seguiremos trabajando porque impere la justicia! pic.twitter.com/fyxDNv8dOL
— Alberto Capella (@kpya) June 3, 2020
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