¿Será la falta de oxígeno que nos hace cada día más estúpidos?

Escuche mientras lee: “Space Oddity” de quien fuera, quizá, el mejor músico “Pop” de todos los tiempos, David Bowie. La relatividad de “perderse en el espacio”, lejos de la Tierra, que te vio nacer; más cerca de El Universo que la creó.

¿Existe alguna forma de medir y sobre todo, de entender a la estupidez humana? He aquí una muy buena pregunta. Parámetros de medición sí existen y son muchos, tantos como las culpas, sobre todo aquéllas que se ocultan, o se disfrazan; entenderla, pues sólo se me ocurre el pánico del hombre común, a evolucionar.

Pero hoy me mueve poderosamente hablar de uno de los parámetros de la escala de estupidez humana, una contradicción tan severa, que si los Grandes Iniciados renacieran, morirían de infarto; el consumo de oxígeno de los vehículos que “mueven al Mundo”.

EL MOTOR DE COMBUSTIÓN INTERNA, 130 AÑOS SIN EVOLUCIÓN

Este asunto del consumismo nos transforma en auténticos idiotas de marca, pero la adicción más imponente, es a la compra de vehículos. Pese a lo que parezca, por más equipamiento y sistemas de esto y aquello, el vehículo automotor de combustión interna, es el mismo desde hace 130 años; una máquina que a través de la mezcla de gasolina, oxígeno y una chispa eléctrica, genera explosiones que mueven una cigüeñal y en el caso de las máquinas diésel, sin necesidad de la chispa, en ello no hay nada nuevo.

Hasta el año de 2016, se calculaba que en el planeta habrían circulando unos 1 mil 200 millones de vehículos, en 2010 eran apenas 800 millones, es decir, el número se incrementó el 50%; de seguir así, para el 2022, tendríamos 1 mil 800 millones.

Que el uso del vehículo que quema gasolina o cualquier otro combustible fósil implica el incremento del Calentamiento Global, es absolutamente cierto y entre más vehículos, el daño será mayor, ello sin considerar la contaminación del agua y la tierra, el problema más estúpido de todos, es el enorme consumo de oxígeno.

UN CARRO CONSUME 700 VECES MÁS OXÍGENO QUE UNA PERSONA

Hurgando en la Red, me encontré con un excelente artículo del investigador uruguayo, Luis Seguessa, quien nos deja una serie de datos inquietantes.

En la parte central de su investigación, Seguessa nos dice: “Más que los gases que provocan el smog, que es grave, el mayor problema es que un auto consume en un viaje de cuatro horas 700 veces la cantidad de oxígeno que necesita una persona para vivir en el mismo tiempo.

La nafta o el gasoil inicia el proceso de combustión, pero consume oxígeno. Un motor de 2.0 consume entre uno y dos litros de aire por cada vuelta del motor, que son entre 50 y 100 litros por segundo.

Y los vehículos de todo el mundo consumen 20 mil millones de litros de aire por segundo, es decir que devoran cinco mil veces más oxígeno que combustible”.

Es entonces cuando se me ocurre reflexionar sobre aquéllos cerebros que enajenados, estacionan el vehículo en cualquier parte y dejan encendido el motor para que funcione el aire acondicionado, por aquello de “la calors” –inches nacos-, sobre todo funcionarios públicos, políticos y sus guachomas son los más acostumbrados a hacerlo, -claro, como ellos no pagan ni el vehículo ni la gasolina, pues “no hay purrum”-.

EL MOTOR ELÉCTRICO Y LA SUSTENTABILIDAD

Se atribuye al inglés Michael Faraday la invención del motor eléctrico en 1821 y desde entonces se sabe que: son silenciosos, muy eficientes, muy durables, confiables y no contaminan. Para saber de las capacidades de un motor eléctrico, cheque usted cuánto tiempo permanece funcionando el motor de un simple ventilador, aun después que se rompen o atrofian otros componentes como las aspas, los paneles y demás piezas del ventilador, pero el motor sigue funcionando.

Es más que evidente que el interés monopólico de quienes se han adueñado del petróleo frenó toda posibilidad de desarrollar al vehículo eléctrico, pero sólo en el caso de los carros porque, ferrocarriles, trenes urbanos, trolebuses, tranvías, el “Metro” de la Ciudad de México, entre otros, son motores eléctricos.

LA BUENA NOTICIA PARA CONSUMISTAS ENAJENADOS

Quien se aferra a los “modernos” vehículos con motor de combustión interna, a estas alturas de la historia resultan “kitsch”, o “naquitos” para que me entienda mejor.

Lo de moda, es el carro eléctrico. La marca Tesla, fabrica, de entrada, los vehículos más rápidos del planeta, aceleran de 0 a 100 kilómetros por hora en menos de 4 segundos y desarrollan velocidades cercanas a los 300 kilómetros por hora.

Pero además no contaminan, no generan residuos contaminantes, ni ruido, no usan aceite, ni consumen oxígeno.

La estupidez humana nos está llevando al suicidio; los carros de Tesla no son diseñados para “el vulgo” que representa un 80% de la población mundial, el modelo más barato (el 3) ronda el millón de pesos.

Pero con tal de vender, en México se comercializan carros “pal populacho” inseguros y súper austeros que consumen gasolina; al ser humano que detenta el Poder Real, le interesa un carajo que con su desmedida ambición, lleve a su propia estirpe a la extinción.

Buongiorno.

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