El tradicional altar y los rezos a las almas de difuntos persisten en Lázaro Cárdenas; la humildad de las ofrendas contrasta con la grandeza de la fe
VICENTE GUERRERO, Q. Roo.- La lluvia cae intermitentemente. El intenso aguacero le da tregua al sol que, por momentos, tímidamente, deja sentir sus rayos. En la comunidad de Vicente Guerrero, municipio de Lázaro Cárdenas, doña Petronila Caamal y su familia, encabezada por la matriarca, doña Lucila, de 95 años de edad, se prepara para recordar a sus fieles difuntos.
El agua está lista en el fogón, hirviendo, en espera del cerdo que sacrificarán para la ocasión. Las tortillas hechas a mano y los frijolitos no pueden faltar; harán la comida favorita de los finados de la casa. Es una tradición que no dejarán morir.
“Aquí cada quien en su casa pone su altar a su gusto. Celebramos desde el día 30, primero a los niños y el 31 a los adultos. Hoy (1 de noviembre) también haremos rezos, luego sigue la novena”, nos comenta doña Petronila.
“Celebramos desde el día 30, primero a los niños y el 31 a los adultos. Hoy (1 de noviembre) también haremos rezos”
Amable, nos permite entrar a su vivienda, donde nos presenta a su mamá, doña Lucila, de 95 años, quien tiene el secreto de la eterna juventud: “comemos todo hecho en casa, desde los animalitos que criamos en el patio hasta las tortillas, que hacemos en comal, a leña, como nos enseñaron desde chicos”. La postal de comida casera es empañada por una Coca Cola sobre la mesa.
“Hace cuatro años perdimos a mi papá –recuerda-. Tenía 96 años. Y hace unos meses falleció mi hermano, de 58, ellos son parte de nuestros rezos. Aquí en el pueblo mantenemos la tradición, los que somos católicos, porque ya hay muchos vecinos de otras religiones, pero cada quien respeta”.
En una calle que hace esquina con la carretera que lleva a Cancún está la iglesia del lugar, allí también armaron un altar donde los vecinos cooperaron con los diferentes elementos. “Ahora está cerrada la iglesia por la lluvia, se moja todo adentro”, nos dice, aunque accede a abrirla un momento para presumirnos el logro colectivo.
SENCILLO PERO SIMBÓLICO
Tener a tiempo listo el guisado de pavo que ofrecerá a sus invitados el día que le tocará ser anfitriona de la novena es la prioridad de doña Domitila Cobá. Perdió a su esposo hace tres meses y ahora le dedica el altar que montó en la sala de su hogar.
“Es muy sencillo, pero lo principal es que tenga su chocolate, lo hice esta mañana”, nos dice al tiempo que muestra una foto de su difunto esposo que está al centro del altar.
“La tradición perdurará mientras nosotros la mantengamos viva, mientras no olvidemos a nuestros muertos y los sigamos consintiendo”
Explica los elementos del altar: “Se pone a la Virgen, algunos ponen figuras de los santos, debe llevar una foto del difunto y la comida que a él le gustaba”. Cuestiono sobre unas veladoras negras que veo en el altar: “se usan negras cuando son para los muertos adultos, a los niños se les ponen de colores”.
“¿Cree que la tradición perdure?”, le pregunto.
“Claro que sí, mientras nosotros la mantengamos viva, mientras no olvidemos a nuestros muertos y los sigamos consintiendo, yo creo que ahora la gente joven hace menos esto, pero aquí vamos a cuidar que siga siendo así”, concluyó.
Fotos: Francisco Javier Robles
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