Los turistas chinos se prepararon para poder viajar a Corea del Sur a partir del domingo sin las preocupaciones que acarreaban los viajes de vuelta al gigante asiático por la política de ‘cero COVID’.
El anuncio el mes pasado del desmantelamiento de la política antipandémica que ha regido en China durante tres años colapsó las distintas páginas web de agencias de viaje, con el popular destino de Corea del Sur como una de las búsquedas más solicitadas, informó el diario hongkonés South China Morning Post.
La relativa corta distancia entre ambas naciones convierte al país surcoreano en uno de los destinos predilectos para los jóvenes chinos, que han querido aprovechar el fin de las medidas anticovid y el próximo comienzo de las vacaciones del Año Nuevo Lunar.
Sin embargo, la decisión del Gobierno de Corea del Sur de limitar los vuelos adicionales y evaluar las llegadas de chinos para detectar el coronavirus ha desalentado el ánimo entre las empresas de turismo coreanas, que quieren esperar y ver si regresan las cifras previas a la pandemia de China.
Unos números que se verán beneficiados por la reapertura en el Aeropuerto Internacional de Beijing Capital de la Terminal 2 y la 3-E para vuelos salientes y, sobre todo, llegadas internacionales a partir del domingo, día en que China retirará la exigencia de cuarentenas a la entrada al país que llevaba vigente desde marzo de 2020.
Desde el 10 de marzo de aquel año, los pasajeros que llegaban a Beijing debían ingresar en la Terminal 3-D del aeropuerto para después pasar una cuarentena obligatoria de varios días en un hotel designado.
Los aeropuertos del país recibirán en los próximos días a miles de pasajeros chinos venidos del extranjero según varias previsiones ofrecidas por agencias de viajes para aprovechar el fin de las cuarentenas a la llegada al país y poder visitar a sus familiares con motivo del Año Nuevo Chino.
Unas festividades que comenzaron con el periodo de 40 días conocido en chino como “chunyun”, la mayor migración anual del mundo, que sucede cada año durante el Año Nuevo Lunar, que en este 2023 del fin de la política ‘cero covid’ caerá entre el 21 y el 27 de enero.
Las estimaciones cifran alrededor de 2 mil 90 millones de viajes en suelo chino este año entre el 7 de enero y el 15 de febrero, un aumento del 99.5 por ciento con respecto al 2022, publicó este viernes el Ministerio de Transporte del gigante asiático.
El crecimiento en el volumen de pasajeros es considerado como una respuesta al anuncio de las autoridades a comienzos de diciembre con el que pusieron en marcha el desmantelamiento de la política de ‘cero COVID-19’.
Las restricciones que acompañaban a la estricta política llevaban vigentes casi tres años y consistían en confinamientos donde se registrasen casos, el cierre de fronteras, el aislamiento de todos los infectados y sus contactos cercanos y pruebas PCR constantes a la población.
En los andenes de las estaciones a lo largo y ancho del país se agruparon miles de personas, aún temerosas por la pandemia, pero con ganas de viajar a sus hogares familiares, la mayoría en las zonas rurales.
Unas áreas rurales que han de garantizar el “suministro de medicinas” durante el Año Nuevo Lunar ya que se espera un aumento de los casos de covid en las zonas no urbanas debido al flujo de viajeros ocasionados por el “chunyun”, según una experta de la Comisión Nacional de Sanidad el pasado martes.
La rápida propagación del virus por el país tras retirar la política de ‘cero COVID-19’ ha sembrado dudas sobre la fiabilidad de los datos oficiales de contagios y muertes, que han registrado apenas un puñado de fallecimientos recientes por la enfermedad pese a que localidades y provincias han calculado que una proporción significativa de sus poblaciones se ha contagiado.
China anunció a finales de diciembre que reabrirá sus fronteras el próximo domingo 8 de enero, por primera vez desde marzo de 2020.
A partir del mismo día, la covid dejará de ser una enfermedad de categoría A en China, el nivel de máximo peligro y para cuya contención se exigen las medidas más severas, para convertirse en una de categoría B, que contempla un control más laxo, marcando así en la práctica el fin de la política de ‘cero covid’, desmantelada por las autoridades después de que se produjesen protestas.
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