De acuerdo con estudios geológicos, hace unos 290 millones de años, en el norte de Berlín tuvo lugar una formación geológica que podría cambiar el paisaje de Berlín, en el caso de despertar de su letargo: un volcán gigantesco.
Al norte de Berlín, en dirección a Schönflieb, se encontraba la punta de un volcán de grandes proporciones, con un cráter que probablemente tendría dos kilómetros de diámetro, por lo que podría llegar hasta Reinickendorf.
Afortunadamente, se trata de algo que tuvo lugar hace unos 290 millones de años, cuando los continentes no se habían desarrollado del todo y solo Pangea formaba una tierra sólida.
Este descubrimiento científico ha tenido lugar gracias a la investigación realizada por los científicos de los datos entre 1968 y 1970, al comprobar los materiales de la zona y la perforación de un agujero gigantesco de 5.000 metros.
El material extraído aportó evidencias de un volcán. Sin embargo, como los geólogos no encontraron ningún mineral precioso, rápidamente se olvidaron del lugar de la perforación.
Este material fue descubierto de nuevo por el biólogo molecular Lutz Essers, quien determinó, junto con algunos geólogos más, la localización exacta del pico del volcán, justo a las afueras de donde se encuentra hoy en día la ciudad de Berlín.
Según sus cálculos, los restos de este volcán “descansan” a una profundidad de 3.756 metros. El volcán, además, habría perdido 1.069 metros.
Y, según insisten, se trata de un volcán que está en reposo, es decir, durmiente, por lo que no temen que pueda entrar en erupción. Al menos, no en un futuro inmediato. De lo contrario, sería el fin para la densamente ciudad de Berlín.
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