Por segunda vez consecutiva, el Congreso del Estado de Quintana Roo ha sido omiso a la hora de legislar en favor de la representación electoral de la comunidad LGBT+, lo que un tribunal federal ha determinado que fue violatorio de sus derechos humanos.
Ante ello, será labor, nuevamente, del Instituto Electoral de Quintana Roo asegurar los espacios asignados en las candidaturas a diputados locales, por acción afirmativa, a esta población, así como los mecanismos para garantizar que se cumpla esta cuota.
Lo lógico es que estas cuotas también se extiendan a los ayuntamientos (presidentes municipales, síndicos o regidores), que también entrarán en disputa el año próximo.
Una acción afirmativa, entiéndase, es cuando una instancia gubernamental interviene directamente para integrar a un grupo generalmente marginado, para así darle representación. Las antiguas cuotas de género que se le exigían a los partidos políticos, elevados actualmente a una paridad, son un ejemplo de ello.
En Quintana Roo, su efecto ha sido dramático, pues de tener una clase política casi exclusivamente compuesta de hombres, hace apenas dos décadas, hoy tenemos a una gobernadora mujer, al igual que a siete presidentas municipales (contra solo cuatro hombres), además de secretarias de estado, magistradas, diputadas y muchísimos otros cargos representados por mujeres.
Por la progresividad del marco legal mexicano, en cuanto a derechos humanos, desde hace ya al menos dos años ya toca el turno al sector de la diversidad sexual, que históricamente ha sido perseguido y discriminado, siéndole negado espacios de representación popular desde los que pudieran tomar medidas en favor de este sector de la población.
Tristemente, la anterior legislatura del Congreso del Estado no asumió su papel de legislar en favor de este grupo, por lo que le tocó al Instituto Electoral local, el Ieqroo, asignar estos espacios, aunque ya “de rodillas”; es decir, sin estudios o consensos para determinar cuál sería la cuota y, principalmente, cómo se garantizaría que estos espacios sí fueran a personas LGBT+.
El resultado fue que la autoridad electoral exigió al menos un candidato LGBT+ por planilla de diputados, lo que se “comprobaría” (tal vez de manera ingenua o tal vez de manera mañosa) simplemente aceptando la palabra de la persona que así se declarara.
No solo eso, sino que, de forma simultánea, consideró que la orientación sexual de un candidato es un tema privado, por lo que no se le informaría a la ciudadanía cuál de los candidatos de una planilla sería el aspirante del sector LGBT+.
No se necesita ser adivino para saber lo que pasaría. Todas las fuerzas políticas cumplieron, pero, salvo excepciones, sin que se supiera quién sería este candidato o candidata LGBT+ y, por tanto, sin poder comprobar si había algún fraude o había efectivamente una representación.
Dicha representación, tristemente, fue cualquier cosa menos efectiva. Sin querer hablar por este grupo marginado, gran parte de sus esfuerzos desde al menos los últimos 40 años, ha sido el tomar orgullo de su diversidad sexual, de que sean tomados como integrantes valiosos de la sociedad, con mucho qué aportar.
¿De qué manera los puede representar alguien que se mantiene en secreto? ¿Dónde queda la cercanía y el consenso?, ¿ante quién acuden para presentar posibles iniciativas o gestiones?
Tan inoperante fue esta supuesta representación, que en estos más de dos años, la legislatura otra vez fue omisa y volvió a violar los derechos político-electorales de este grupo, al no legislar una acción afirmativa en su favor.
Como en otros temas, toca a un tribunal corregirles la plana y obligarlos a legislar. Claro, lo que ellos determine ya no aplica en el proceso en ciernes (ya se venció ese plazo), por lo que por segunda ocasión el Ieqroo será quien regule esta cuota.
Esperamos sinceramente que los consejeros hayan visto la burla realizada por los partidos en el proceso pasado y ahora sí exijan una representación comprobable, tanto para los diputados locales como para ayuntamientos.
También esperamos que estas fuerzas políticas tengan algo de congruencia y propongan a personas que realmente pertenezcan a la comunidad LGBT+ y no caigan en estafas y simulaciones.
No pueden alegar que faltan las figuras, existen muchísimas personas pertenecientes a esta comunidad con muchísima valía y trayectoria, incluso sin que necesariamente sea en activismo en pro de causas LGBT+ (son personas como cualquiera, con múltiples intereses, aptitudes y derroteros).
En el caso de Cancún, un ejemplo innegable es Víctor Hugo Acevedo, quien desde hace años ha estado de forma muy activa promoviendo a la Cuarta Transformación, dentro de las Juventudes de Morena, y en general en labores cercanas a este partido.
Comunicador de profesión, este quintanarroense tiene muy buenas posibilidades de acceder a algún cargo de elección popular, tan solo por su propio esfuerzo y arrastre. A ello, ahora se le añade el beneficio extra de cubrir esta cuota de una forma efectiva.
Sé el primero en comentar